Ilustración de M.C. Escher

jueves, 13 de septiembre de 2012


 (Por Jorge Richard  Sánchez Miranda 3 A de Matemáticas, Didáctica I)

Introducción

Los cambios evidentes en la sociedad global conllevan innovaciones en todos los campos que atañen a la vida de los hombres. Es así que todo cambio genera cambios y con ello, no siempre son beneficiados los designios del hombre. No obstante, la búsqueda incesante de prodigar un mundo sin desesperanzas, ni miserias, vuelca las acciones humanas hacia permanentes acciones cuyo deseo es contribuir de algún modo, a construir mejores y promisorios futuros esperanzados. Fuentes de trabajo y educación para todos, son pregones que divulgan que se geste y genere, en igualdad de condiciones, una forma de educar que provea las condiciones con un real sentido para la vida humana, vida que han de merecer todos y cada uno de los habitantes de este planeta.
Organizaciones mundiales, por ende, han redoblado sus esfuerzos por diseñar planes de desarrollo estratégicamente enmarcados en el campo de la educación. Luego y con la intensificación de los incesantes cambios y evolución del conocimiento, ciertas culturas, sobretodo en América Latina, como México y en Europa: Francia y España, avizoran nuevas necesidades de innovación en los desempeños humanos que beneficien las cualidades y calidades humanas en los sistemas de educación.

El Concepto Competencias
El permanecer en puestos de trabajo que dignifiquen la realidad del hombre, compromete actualmente al mundo educativo, y lo desafía a esbozar currículas que conjuguen saberes fundados en la integralidad del ser persona.
Nacen, entonces, en la década de los años 70, nuevas formaciones que estructuran saberes conformados por saberes puros combinados en su ejecución, con la convivencia de trabajos mancomunados para su mayor efectividad funcional y personal, surgiendo así el tema de las competencias en educación.
El término competencia proviene del latín competentĭa, y la Real Academia Española señala que es relativo a “pericia, aptitud,idoneidad para hacer algo o intervenir en un asunto determinado”
Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, competencia se define como:
“Capacidad para responder exitosamente a una demanda, tarea o problema complejos movilizando y combinando recursos personales (cognitivos y no cognitivos) y del entorno” (OECD, 2005).
Hoy existen numerosas connotaciones para el concepto de competencias, sin embargo, es posible advertir en las conceptualizaciones ciertos elementos que son característicos en su definición: En primer término confluyen los conocimientos, los procedimientos y las actitudes; otro aspecto señala que sólo se definen con respecto a su aplicación en un desempeño, un tercer punto dice relación con la experiencia, que es importante como medio de constatación y evaluación, y finalmente el contexto, el que define en cierto modo la eficacia del desempeño; ello explica que una competencia puede ser evidenciada dependiendo del contexto en que se aplica (Corvalán y Hawes, 2005). Habermas, plantea una idea muy interesante y donde es posible encontrar un paralelo con el tema de competencias. Expone que existen tres tipos de intereses, señalando que
“…estos intereses u orientaciones son constitutivos del conocimiento porque configuran lo que se consideran objetos y tipos de conocimientos…” (Habermas, J., 1971)
Dichos saberes no sólo se refieren al pensamiento, sino que implican acciones. Habermas, entonces, define: intereses técnicos, prácticos y críticos.
El primero de ellos (técnico) está basado en la necesidad de supervivencia, tanto en su vertiente reproductivo-biológica, como al aspecto social. Este saber tiene correspondencia con las competencias básicas; los intereses prácticos se corresponden con las competencias técnicas por cuanto se los define como:
“un interés fundamental para comprender el ambiente mediante la interacción, basado en una interpretación consensuada del significado” (Grundy, 1987)

Enfoque De Competencias Y Educación Superior
Las distintas organizaciones educacionales y los distintos niveles que la componen, congregan esfuerzos por educar y conforman redes de articulación para cada una de las especialidades que las corresponden.
La educación superior universitaria ha resuelto la tarea de ser el pilar desde la formación de sus bases educativas: generadores de nuevos formadores por competencias que proveerán los cambios, desde la educación inicial, hasta pretender una formación permanente necesaria para la vida de cada ciudadano.
Un enfoque de formación basado en competencias responde por una parte a escenarios actuales donde quien desempeña un trabajo, debe tener la capacidad de prever o resolver los problemas que se le presentan; y por otro lado, responder a las investigaciones sobre el aprendizaje y, por tanto, el enfoque formativo propone una organización que favorece los aprendizajes significativos y duraderos.
Las universidades han de ser entidades que certifiquen ser instituciones competentes desde sus currículos, con cada uno de sus propósitos y agentes formadores. Tarea ardua, pero ya consciente de elevar los rumbos en consonancia con una sociedad de integrantes que la conforman y equilibran sus sueños con caracteres efectivos.
La Universidad promueve, actualmente, programas educativos planificados en conjunto con sectores productivos y sociales para elaborar esquemas en sintonía con las necesidades del entorno.
“En la economía actual global actual, la capacidad para contratar, desarrollar y mantener a trabajadores cualificados resulta esencial para el crecimiento y el desempeño empresarial. El hecho de garantizar que los trabajadores cuenten hoy en día con las competencias y capacidades para llevar a cabo su trabajo de un modo eficaz los beneficia a ellos, a las empresas y a la sociedad en general. (...) los programas de capacitación resultan más eficaces cuando son capaces de fortalecer las capacidades de actuación de los trabajadores en mercados cada vez más innovadores y competitivos…” (Ferry, D., 2004)
Es así como resulta imprescindible para la educación superior actual adaptarse a los rigurosos escenarios actuales, no sólo por las motivaciones económicas que mueven las decisiones empresariales, sino también, por la necesidad de favorecer la gestación de nuevas generaciones de profesionales acordes a los procesos de cambio social, cultural, laboral y tecnológico, donde se requieren sujetos que sean capaces de dar respuesta a las nuevas exigencias de manera integral y efectiva.
De esta manera se va configurando la necesidad agregada dereordenar y actualizar la formación y el perfeccionamiento de los formadores, lo que se hace evidente cuando se analizan las nuevas demandas de calificación que requiere la práctica docente.
“Antes, la actividad principal del formador se solía concentrar en la transmisión de los conocimientos técnicos. Con la reordenación de los nuevos reglamentos de formación profesional pasa a ocupar un primer plano la adquisición de la competencia de acción profesional” (Tippelt y Amoros, 2000).
Perrenoud destaca que la profesionalización del docente implica “incidir con fuerza en la parte profesional de la formación, más allá del dominio de los contenidos que hay que transmitir” (Perrenoud, 2004)
Es así como resulta imprescindible que la docencia se ejerza con suma responsabilidad, ética profesional y contando con las competencias necesarias para practicarla.

Conclusiones
La importancia actual de las competencias radica en la necesidad de cambio para enfrentar las nuevas realidades de la sociedad actual. En estos nuevos y cambiantes contextos, las competencias que los individuos necesitan para alcanzar sus metas, tanto individuales como colectivas, se han ido complejizando cada vez más. Incluso, para los Ministros de Educación de la OECD, el desarrollo sustentable y la cohesión social de los países, dependen críticamente de las competencias de toda la población (OECD, 2005).
En síntesis, la calidad y equidad que tanto requiere la educación universitaria, en especial la de nuestro país, apela a una formación idónea, que considere el dominio de competencias indispensables para el desempeño satisfactorio en ambientes profesionales sometidos a cambios permanentes, altamente exigentes y competitivos. Estas competencias necesarias abordan por ejemplo las áreas de creatividad, preparación para el trabajo autónomo, espíritu emprendedor, flexibilidad ante situaciones emergentes, la actualización permanente, capacidad de trabajo en equipo, habilidades para comunicarse efectivamente, entre otras. Así también, estas competencias se exigen de parte de los formadores, quienes tienen a cargo dirigir los procesos de enseñanza-aprendizaje y son los actores educativos que deben demostrar un desempeño acorde a lo exigido a sus alumnos. Claramente, el currículo actual debe ser sometido a evaluación constante para promover y generar estos cambios.

2 comentarios:

  1. Muy interesante tu ensayo, solo le faltaron los hipervínculos.

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  2. ¡Gracias maestra!
    Los hipervínculos si están, solo que no se distinguen del demás texto.

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