(Por Jorge Richard Sánchez Miranda 3 A de Matemáticas, Didáctica I)
Introducción
Los
cambios evidentes en la sociedad global conllevan innovaciones en todos los
campos que atañen a la vida de los hombres. Es así que todo cambio genera
cambios y con ello, no siempre son beneficiados los designios del hombre. No
obstante, la búsqueda incesante de prodigar un mundo sin desesperanzas, ni
miserias, vuelca las acciones humanas hacia permanentes acciones cuyo deseo es
contribuir de algún modo, a construir mejores y promisorios futuros
esperanzados. Fuentes de trabajo y educación para todos, son pregones que
divulgan que se geste y genere, en igualdad de condiciones, una forma de educar
que provea las condiciones con un real sentido para la vida humana, vida que
han de merecer todos y cada uno de los habitantes de este planeta.
Organizaciones
mundiales, por ende, han redoblado sus esfuerzos por diseñar planes de
desarrollo estratégicamente enmarcados en el campo de la educación. Luego y con
la intensificación de los incesantes cambios y evolución del conocimiento,
ciertas culturas, sobretodo en América Latina, como México y en Europa: Francia
y España, avizoran nuevas necesidades de innovación en los desempeños
humanos que beneficien las cualidades y calidades humanas en los sistemas
de educación.
El Concepto
Competencias
El
permanecer en puestos de trabajo que dignifiquen la realidad del hombre,
compromete actualmente al mundo educativo, y lo desafía a esbozar currículas
que conjuguen saberes fundados en la integralidad del ser persona.
Nacen,
entonces, en la década de los años 70, nuevas formaciones que estructuran
saberes conformados por saberes puros combinados en su ejecución, con la
convivencia de trabajos mancomunados para su mayor efectividad funcional y
personal, surgiendo así el tema de las competencias en educación.
El
término competencia proviene del latín competentĭa, y la
Real Academia Española señala que es relativo a “pericia, aptitud,idoneidad para hacer algo o intervenir en
un asunto determinado”
Según la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, competencia se
define como:
“Capacidad para responder exitosamente a una demanda, tarea o problema
complejos movilizando y combinando recursos personales (cognitivos y no
cognitivos) y del entorno” (OECD, 2005).
Hoy
existen numerosas connotaciones para el concepto de competencias, sin
embargo, es posible advertir en las conceptualizaciones ciertos elementos que
son característicos en su definición: En primer término confluyen los
conocimientos, los procedimientos y las actitudes; otro aspecto señala que sólo
se definen con respecto a su aplicación en un desempeño, un tercer punto dice
relación con la experiencia, que es importante como medio de constatación y
evaluación, y finalmente el contexto, el que define en cierto modo la eficacia
del desempeño; ello explica que una competencia puede ser evidenciada
dependiendo del contexto en que se aplica (Corvalán y Hawes, 2005). Habermas, plantea una idea muy interesante y donde es posible encontrar
un paralelo con el tema de competencias. Expone que existen tres tipos de
intereses, señalando que
“…estos intereses u orientaciones son
constitutivos del conocimiento porque configuran lo que se consideran
objetos y tipos de conocimientos…” (Habermas, J., 1971)
Dichos
saberes no sólo se refieren al pensamiento, sino que implican acciones. Habermas,
entonces, define: intereses técnicos, prácticos y críticos.
El
primero de ellos (técnico) está basado en la necesidad de supervivencia, tanto
en su vertiente reproductivo-biológica, como al aspecto social. Este saber
tiene correspondencia con las competencias básicas; los intereses prácticos se
corresponden con las competencias técnicas por cuanto se los define como:
“un interés fundamental para comprender el
ambiente mediante la interacción, basado en una interpretación consensuada del
significado” (Grundy, 1987)
Enfoque
De Competencias Y Educación Superior
Las
distintas organizaciones educacionales y los distintos niveles que la componen,
congregan esfuerzos por educar y conforman redes de articulación para cada una
de las especialidades que las corresponden.
La educación
superior universitaria ha resuelto la tarea de ser el pilar desde la formación
de sus bases educativas: generadores de nuevos formadores por competencias que
proveerán los cambios, desde la educación inicial, hasta pretender una
formación permanente necesaria para la vida de cada ciudadano.
Un
enfoque de formación basado en competencias responde por una parte a escenarios
actuales donde quien desempeña un trabajo, debe tener la capacidad de
prever o resolver los problemas que se le presentan; y por otro lado, responder
a las investigaciones sobre el aprendizaje y, por tanto, el enfoque formativo
propone una organización que favorece los aprendizajes significativos y
duraderos.
Las
universidades han de ser entidades que certifiquen ser instituciones
competentes desde sus currículos, con cada uno de sus propósitos y agentes
formadores. Tarea ardua, pero ya consciente de elevar los rumbos en consonancia
con una sociedad de integrantes que la conforman y equilibran sus sueños con
caracteres efectivos.
La
Universidad promueve, actualmente, programas educativos planificados en
conjunto con sectores productivos y sociales para elaborar esquemas en sintonía
con las necesidades del entorno.
“En la economía actual global actual, la
capacidad para contratar, desarrollar y mantener a trabajadores cualificados
resulta esencial para el crecimiento y el desempeño empresarial. El hecho de
garantizar que los trabajadores cuenten hoy en día con las competencias y
capacidades para llevar a cabo su trabajo de un modo eficaz los beneficia a
ellos, a las empresas y a la sociedad en general. (...) los programas de
capacitación resultan más eficaces cuando son capaces de fortalecer las
capacidades de actuación de los trabajadores en mercados cada vez más
innovadores y competitivos…” (Ferry, D., 2004)
Es así como resulta imprescindible para la educación superior actual
adaptarse a los rigurosos escenarios actuales, no sólo por las motivaciones
económicas que mueven las decisiones empresariales, sino también, por la
necesidad de favorecer la gestación de nuevas generaciones de profesionales
acordes a los procesos de cambio social, cultural, laboral y tecnológico, donde
se requieren sujetos que sean capaces de dar respuesta a las nuevas exigencias
de manera integral y efectiva.
De esta
manera se va configurando la necesidad agregada dereordenar
y actualizar la formación y el perfeccionamiento de los formadores, lo que se
hace evidente cuando se analizan las nuevas demandas de calificación que
requiere la práctica docente.
“Antes, la actividad principal del formador se
solía concentrar en la transmisión de los conocimientos técnicos. Con la
reordenación de los nuevos reglamentos de formación profesional pasa a ocupar
un primer plano la adquisición de la competencia de acción profesional” (Tippelt y
Amoros, 2000).
Perrenoud
destaca que la profesionalización del docente implica “incidir
con fuerza en la parte profesional de la formación, más allá del dominio de los
contenidos que hay que transmitir” (Perrenoud, 2004)
Es así
como resulta imprescindible que la docencia se ejerza con suma responsabilidad,
ética profesional y contando con las competencias necesarias para practicarla.
Conclusiones
La importancia actual de
las competencias radica en la necesidad de cambio para enfrentar las nuevas
realidades de la sociedad actual. En estos nuevos y cambiantes contextos, las
competencias que los individuos necesitan para alcanzar sus metas, tanto individuales
como colectivas, se han ido complejizando cada vez más. Incluso, para los
Ministros de Educación de la OECD, el desarrollo sustentable y la cohesión
social de los países, dependen críticamente de las competencias de toda la
población (OECD, 2005).
En síntesis, la calidad y
equidad que tanto requiere la educación universitaria, en especial la de
nuestro país, apela a una formación idónea, que considere el dominio de
competencias indispensables para el desempeño satisfactorio en ambientes
profesionales sometidos a cambios permanentes, altamente exigentes y
competitivos. Estas competencias necesarias abordan por ejemplo las áreas de
creatividad, preparación para el trabajo autónomo, espíritu emprendedor,
flexibilidad ante situaciones emergentes, la actualización permanente,
capacidad de trabajo en equipo, habilidades para comunicarse efectivamente,
entre otras. Así también, estas competencias se exigen de parte de los
formadores, quienes tienen a cargo dirigir los procesos de
enseñanza-aprendizaje y son los actores educativos que deben demostrar un
desempeño acorde a lo exigido a sus alumnos. Claramente, el currículo actual
debe ser sometido a evaluación constante para promover y generar estos cambios.
Muy interesante tu ensayo, solo le faltaron los hipervínculos.
ResponderEliminar¡Gracias maestra!
ResponderEliminarLos hipervínculos si están, solo que no se distinguen del demás texto.